
17 Sep ¿Está abusando la Atención Primaria de las consultas por internet?
El caso de Olatz Vásquez, víctima de un cáncer gástrico por diagnóstico tardío, reafirma nuestra postura frente a los fallos del sistema sanitario español en la gestión de la pandemia. Gracias a sus redes sociales pudimos conocer los pormenores de un periplo que comenzó en 2019 cuando acudió al médico por un dolor abdominal para el que no recibió una valoración adecuada. Después de mucho insistir y acudir a urgencias, finalmente consigue una orden para gastroscopia fechada el 24 de abril de 2020, justo en el pico del colapso hospitalario por coronavirus. Debido a la alerta sanitaria, la prueba se pospone para el 9 de junio de 2020 porque los profesionales de la salud consideran que su caso no es de extrema gravedad. Es entonces cuando esta joven de 27 años recibe el diagnóstico correcto pero tardío de su enfermedad: úlceras tumorizadas en el estómago. Una pérdida de oportunidad en el tratamiento que se justifica por el llamado “efecto desplazamiento” o abandono que sufren otras enfermedades debido al Covid.
Cuadros clínicos de cáncer renal y tiroideo, problemas cardiacos, hipercolesterolemia y dolencias pulmonares son las principales “enfermedades tapadas” por el coronavirus que seguramente darán mucho de qué hablar en los próximos meses por diagnósticos tardíos. Así lo documentan los doctores Antoni Sisó-Almirall, Encarna Sánchez, Jaume Benavent y Luis González de Paz en un estudio publicado en abril de 2021.
Esta situación ya no solo obedece a la saturación del sistema sanitario sino a la normalización de la atención telemática de los pacientes un año después de la llegada del coronavirus a España. Comunicarse con el médico a través de plataformas digitales es tan común que, lamentablemente, asistimos a casos de negligencias médicas por errores que pudieron subsanarse con una exploración presencial. Lo que comenzó como una medida de choque para priorizar pacientes con Covid-19 se ha convertido en un método regular de comunicación. Obligados a familiarizarnos con aplicaciones móviles, formularios de contacto vía Internet y llamadas telefónicas para dar cuenta de nuestros síntomas, los pacientes ponemos a prueba nuestras habilidades comunicativas para explicar con lujo de detalles todo aquello que nos aqueja y lograr que el médico haga un diagnóstico eficaz sin ningún contacto físico.
En su artículo “las consultas por teléfono han llegado para quedarse”, la doctora Elena Muñoz Seco, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, reconoce que en medio de la pandemia “estamos haciendo consultas telefónicas de todo tipo, muchas de ellas muy complejas por el tipo de paciente, el motivo o motivos de consulta o por ambas cosas a la vez”. Explicarse correctamente vía telefónica supone una tensión a la que se añaden las dificultades para entender las indicaciones médicas. Y del otro lado de la línea, el profesional no puede interpretar señales no verbales que faciliten el diagnóstico. “La ausencia de pistas visuales, expresiones faciales y posturas le resta «contexto» a la entrevista y puede favorecer que se pierda información o que se malinterprete lo dicho o escuchado por ambas partes”, indica la doctora Muñoz en su artículo. Ante esta situación, el uso de vídeollamadas tampoco se presenta como una solución idónea porque no garantiza los principios de privacidad y confidencialidad exigidos por el sistema sanitario.
Desde nuestra experiencia como abogados especialistas en negligencias médicas sabemos que los errores de diagnóstico por ausencia de pruebas específicas pueden agravar la situación del paciente. Administrar un tratamiento inadecuado o incluso, contraindicado ocasiona una pérdida irreparable de tiempo y puede acarrear consecuencias lamentables como lo ha demostrado el caso paradigmático de Olatz Vásquez.
Como ya explicábamos en un post anterior, los diagnósticos tardíos de cáncer debido a la Covid-19 aumentarán en los próximos meses y no podemos asistir impávidos a esta tragedia. Ya está bien de poner como excusa la saturación hospitalaria para justificar la escasa atención a miles de pacientes que necesitan una valoración oportuna y presencial. Estamos cansados de tocar la puerta de los ambulatorios a través de medios telemáticos y de que se pospongan pruebas diagnósticas aduciendo otras prioridades.
Ha pasado más de un año desde que se conoció el primer caso de infección por coronavirus en España y más del 70% de la población se encuentra vacunada. Sin embargo, la persistencia en mantener medidas propias del estado de alarma como la atención a pacientes mediante llamadas telefónicas nos lleva a cuestionarnos si hay motivaciones económicas detrás de las deficiencias que aquí señalamos. Los recortes a la Sanidad de los últimos años podrían estar incidiendo en los retrasos y dificultades para conseguir diagnósticos acertados y las consecuencias las pagamos directamente los pacientes.